martes, 9 de diciembre de 2008

Madrugada.

¿Por qué uno es tan masoquista para no dormir cuando las horas están contadas?

Ayer fue uno de esos días, nada sucede pero todo te golpea. Agh, con ganas de arrancarte el corazón con las uñas para no caer en melancolía. Personalmente detesto esa situación tan conocida de "nada me sale bien". Fichas de dominó, una tras otra, que desencadenan las pequeñas tragedias cotidianas... Y cuando son suficientes, paf, te encuentras conque aún vienen más.

No es que venga a quejarme. Pero los desvaríos de la madrugada son múltiples, y uno nunca sabe por dónde empezar. Veamos... Ah, sí, yo existo. Debería decir algo al respecto.

Life sucks. La mía en especial. Claro, porque yo lo estoy permitiendo. Puedo irle a llorar a las personas que les importo. ¿Y qué gané? Creo que la dejé simplemente preocupadas, no hicieron nada ni hice nada por mí. Qué shit de persona soy. Y no porque pretenda hacerles daño o dejar su autoconfianza por los suelos, sino porque me sale natural cuando la mañana me cierra los ojos. Falta de sueño, quizá. En el sentido más metafórico del asunto: ando en busca de objetivos. ¿Dónde quedaron? ¿Alguna vez los tuve? Malditas preguntas sin sentido, como lo más elemental de la vida: ¿Qué es la vida? ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es mi propósito?

Con ganas de mirarme a mí mismo y gritarme: "Estúpido, búscate uno si tanto te lo preguntas".

Pero andamos a ciegas, tentando las esquinas de esta esfera que nos encierra. Pides una limosna de cariño y hay quien te paga el hotel y la comida, todo incluido. Porque lo mereces, se supone. ¿Y qué sucede si la gente que eso hace, simplemente se equivoca contigo? Ya sea que no lo merezcas, o que lo desprecies, o no ven todo lo que eres en algún principio. Lástima que del tiempo no se puede pedir reembolso.

Hoy estoy tan amargado que ningún párrafo lleva coherencia con los anteriores, pero todos tienen sonido de desquite y penas.

¿Será que me llama de vuelta la realidad?

Hace bastante tiempo que no escribo un cuento, y poco más semanas que no me nace ningún poema. Me decían que tengo el talento. Entonces ahora respondan: ¿dónde quedó? Juro que busqué en la nevera y no lo encontré congelándose, y definitivamente debajo del montón de ropa por lavar - imaginerías de cuarto, el mismo desorden en mi corazón - no se esconde. No sé si tengo el tacto tapado, los ojos entumidos, la lengua constipada y la nariz sorda. Hay confusión hasta de sensaciones, vaya. Quizá si me quemo me zumben los oídos.

Y... Nada. Juro que ni un verso malo me nace.

Ah, ¿lo leíste todo? Felicidades... No pensé que la paciencia con los delirios existiese.

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