jueves, 31 de enero de 2008

Una bienvenida insospechada.

La bienvenida, eh. Pensaba sólo dejar un texto, de alguna manera agradecer la visita a este nuevo espacio para mis desvaríos - ah, el Internet es una delicia, poder decir cuanto me venga en gana y no sufrir la censura -. Sin embargo, parece que la Fortuna quieta nunca está, y siempre va a encontrar buenos motivos para recordarme que quizá fue mejor no salir de la soledad.

Sí, ayer di un adiós disfrazado de "hasta luego". De esos en que pierdes la sensación de vacío, la sustituyes por una esperanza que sabes infundada, y después te sientas a esperar a un lado, a ver a qué horas decides abrir los ojos a tu idiotez. O por lo menos dejar el llanto estúpido por un nombre que nunca debiste conocer. Seamos sinceros. Era lo mejor, punto y final. Sin embargo, humano tenía que ser, y... Tener un corazón resulta ser la peor de las maldiciones en estos casos.

La despedida sonaría más o menos de esta guisa.

Con las palabras ahogadas en la garganta
me alejé antes de que las escucharas.
Entendiste a la perfección lo que nunca dije.
El sabor de tus labios grabado a fuego
recordándome la pasión con que nos amamos;
si el adiós nace por completo de mis labios
créeme, mi cielo: es lo mejor para nuestros hados.
Dejaré en tu mente tan sólo el recuerdo
conque mi egoísta corazón te ató a mi lado,
un tiempo sincero entre mis rendidos brazos,
los cumplidos y halagos a la belleza en tus manos.
No quiero que me recuerdes. Deja en el olvido
las veces que te sostuve contra mí, ambos callados;
en verdad deseo me borres de tu memoria,
no merezco ya un lugar siquiera en tu pasado.
Hoy es un adiós, siempre lo supimos
aún cuando intentamos inútilmente atar los cabos.
Te dejo sin llorar un solo momento,
entiendo que los motivos siempre estarán sobrando,
porque dijiste que me amabas, y yo contesté un "te amo"...
Y hoy sólo veremos cómo mueren los abrazos.
Ahora, déjame caminar. Sé qué lejos me llevará
el avance inexorable de las luces de verano.
Aún cuando en mi corazón sea invierno perpetuo...
Sonreiré una vez más, tú volverás a mentirme...
Lo que hacemos ambos por el amor desgarrado.


Y bueh, empezamos mal, con lamentos sinceros. Advertidos quedan... Es más común el desahogo de las mentiras en mi alma, que las cosas más interesantes que pudiera decir. Sin embargo, les invito de nuevo a mi morada. Este humilde lugar, la casa de la tortura de mi alma.