No hay nada más delicioso, más macabro
Que el sabor de la vida consumida
Un instante falleciendo entre tus brazos
Y el rumor de las hojas caídas
Acompañando el suspiro que escapa
De los ojos muertos, una vida
Cayendo al compás de la armonía
De los acordes de un violín ensimismado
Tocando para siempre, melodía impía.
El gusto amargo de un cigarro,
El humo escapando hacia la fría
Noche de plenilunio, un verso vacío,
Un rayo, una luz, una caricia,
Filósofos de otoño hablando de Enero,
Existencias inútiles en demasía.
Las palabras, excusas sin sueños,
Y el laúd tocando mi poesía.
(No es infierno, no es el cielo…
Es solo la locura maldita)
Vendo mis ideales, no quiero usarlos,
Prefiero olvidar que los tenía
En algún momento de adviento,
En la duda de una mañana tibia.
Es un cristal sin ilusiones
El que cubre mi visión tardía.
Es que no soy nada.
Es que solo existo en la vida…
jueves, 17 de febrero de 2011
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